Andando por la Alhambra con olor
de rosas rojas y blancos jazmines
quedé turbado al ver la bella flor
que nunca contemplara en sus jardines.
Apareció de pronto con loor
angelical cubierta en colorines
y en sus galas libaba un chupaflor
aleando al compás de los violines.
Absorto en este sueño prodigioso
no me di cuenta que esa florecilla
es la mujer de espíritu precioso
de nombre ignoto, que da luz y brilla
aquél alcázar moro tan hermoso
que hace a Granada linda maravilla.
Carlos
Bonito poema, la Alhambra tiene un hechizo especial.
ResponderEliminarUn abrazo.